lunes, 3 de diciembre de 2018

Mejorar la empatía

Siempre he creído que una de las habilidades más destacables al momento de ser un narrador es la empatía. La empatía permite al narrador saber cómo reacciona el público ante su acto, su entorno, sus recursos... Un master de juegos de rol debe ser capaz de poner en acción su empatía, pues debe reaccionar al estado de sus jugadores y de inmediato debe cambiar su estrategia si esta no ha tenido el impacto deseado en ellos.
Desarrollar una habilidad como la empatía no es proceso corto y requiere de mucha perseverancia. Además, antes de poder enseñar la empatía, debemos comenzar con nosotros mismos. Por ello aquí dejo mi propuesta de cuatro acciones para mejorar la empatía:

1.- Preguntar ¿cómo te sientes hoy? 
Comenzar por conocer el estado de ánimo de quienes me rodean es un comienzo para desarrollar la empatía, primero con aquellos con quienes convivo. Esta es una forma de tomar a las personas en consideración. Esto es también una forma de "mover el foco" desde mi lugar al lugar del otro y evitar con esto, uno de los diez obstáculos para la comunicación empática.

2.- Conocer otras formas de hacer.
Realizar por lo menos una vez a la semana una búsqueda en la red sobre las otras formas que hay en el mundo de llevar a cabo algo tan convencional como un arroz cocido o algo complejo como una celebración tradicional (por ejemplo el Día de Muertos o la Navidad en otros lados del globo). Esta tarea no sólo me permitirá desarrollar la empatía, sino también  una perspectiva de interculturalidad,  además aumentará mi conocimiento sobre otras culturas.

3.- Participar activamente en el desarrollo de las tradiciones locales.
Este punto requiere intervenir directamente en la organización de eventos socioculturales de mi localidad, como una forma de acercarme más a las personas y a la comunidad en general.

4.- Escuchar e imaginar.
Para cerrar el conteo lo único que resta es cerrar los labios y abrir los oídos para escuchar a la otredad. Al mismo tiempo trataré de imaginarme los posibles escenarios a los cuestionamientos que mi interlocutor  me vaya planteando en la charla. Así evitaremos otro de los Diez obstáculos para la comunicación empática.


Dos acciones relacionadas con la adaptabilidad y el optimismo.

No sé si muchos juegueros piensan en las habilidades para la vida como parte importante en el desarrollo de sus prototipos. Quizás algunos se enfoquen de lleno a desarrollarlas a lo largo de sus dinámicas, aunque la exploración de nuestros límites y la capacidad de explotarlos es una cualidad en sí de los juegos.

En el campo de la gestión de proyectos lúdicos, es indispensable tener en cuenta el impacto que éstos pueden tener en nuestro público meta, nuestros participantes. Pero antes de poder incidir en las habilidades de otros debemos comenzar con nosotros mismos. En este sentido presento aquí un ejercicio desarrollado en el marco del MOOC "Habilidades para la vida y alfabetización emocional en contextos educativos" organizado por el Instituto de Tecnologías Educativas y Formación del Profesorado. Dicho ejercicio consintió en realizar dos acciones: una que propone el trabajo con adaptabilidad y otra con el optimismo. Si bien el contexto del curso en educativo en aula, yo lo tomaré en el campo de la gestión cultural y la propuesta de proyectos. 

En términos de la adaptabilidad, me he propuesto la siguiente acción: Estudiar en un entorno diferente al que acostumbro regularmente. Estudiar en casa después de las 4 es un poco complicado por la dinámica de quienes viven conmigo. Así que fui a la librería más cercana y me dediqué a leer en la terraza. Quizás para muchas personas es algo habitual, pero para mí es un reto pues a veces hay más movimiento que en mi casa. Sin embargo cambiar de lugar de estudio me permitió observar mi entorno: ver otras personas, escuchar otras pláticas; sentir el viento, la tarde caer, el aroma del café.
Cambiar mi entorno me permitió percibir otras cosas del lugar donde vivo. Activar mis sentidos. Centrarme más en la lectura.

Para desarrollar el optimismo me propuse pensar en tres acciones buenas del día antes de dormir. Reflexionar en mis acciones cotidianas me permitió enfocarme en las acciones positivas que en muchas ocasiones hicieron sentir bien a otras personas, como esbozar una sonrisa, decir gracias, ayudar a alguien que lo necesitaba, etc. Considero valioso pensar en las cosas que hemos hecho bien pues fortalece nuestra autoestima e incrementa nuestro autoconcimiento sobre las cosas buenas que podemos hacer por los demás.

Gracias por estos espacios reflexivos.